Conócenos

Me considero una investigadora nata, curiosa por naturaleza y apasionada por el conocimiento. Eso me llevó a estudiar Biología, especializarme en Biomedicina y posteriormente a hacer un Doctorado en Inmunología.

Mi experiencia en la investigación básica y mis vivencias personales me hicieron ver la enorme relevancia de los hábitos de vida en el desarrollo de las enfermedades. Darme cuenta de que, en gran medida, somos responsables de nuestra salud. Fue entonces cuando decidí dejar mi carrera en el mundo de la investigación y aportar mi granito de arena a la sociedad de otra forma.

¿Qué me hizo llegar aquí?

Desde que nací fui una niña “delicada”. Recuerdo ataques de asma, mi piel atópica, las esperas en la salita del médico para vacunarme de mis fuertes alergias, mis súper herpes mutantes y mi cansancio. Dormirme en clase o estudiando era uno de mis clásicos. 

Siempre he sido una chica muy delgada, por lo que por mi desconocimiento y educación, nunca le había prestado atención a lo que comía, y básicamente comía procesados. «Mejor que la nena coma, ¿no?» Cuando comprendí que lo que comes va más allá de subir o bajar de peso, decidí cambiar mi alimentación y esto supuso mejoras en mi salud. 

Sin embargo, pese a llevar hábitos de vida considerados saludables, tuve varias recaídas de salud con problemas digestivos, acné, amenorrea, depresión o fatiga. Por supuesto lo primero que hice durante varios años fue ir a los distintos profesionales. El dermatólogo me mandó antibióticos y dercutane hasta 4 veces. Estuve más de 5 años con la píldora anticonceptiva. Mis molestias digestivas se atribuyeron a nervios y posteriormente a intolerancias. Pero me seguían faltando respuestas.

Mi última recaída me dejó varios meses sin energía y no entendía porqué. Estaba llevando una dieta sin ningún procesado, “plant-based”, haciendo ejercicio…¿que podía ir mal?. En ese momento, tuve que ir un paso más allá y buscar ayuda en alguien que abordase mi caso desde otra perspectiva. No es fácil seguir adelante buscando respuestas y pedir ayuda, hay mucha incomprensión. Pero fue entonces cuando descubrí el pequeño desastre que tenía en mi sistema digestivo. Lo que se había estado manifestándose con Síndrome de Intestino Irritable, venía por un combo de SIBO, H. pylori y disbiosis intestinal entre otras cositas relacionadas con el metabolismo y función hepática. 

Otro factor que obvié durante años y ha resultado ser uno de mis talones de aquiles, son las emociones. Las emociones, el estrés (tanto “externo” como “interno”, causado por ejemplo por infecciones crónicas), la ansiedad…son asesinos silenciosos, y si no aprendes a identificarlos puede ser que nunca recuperes tu salud por completo. Cuando yo me di cuenta era bastante tarde y había alcanzado un estado que llaman comúnmente “fatiga adrenal”. Cuando llegas a este punto tienes pocas fuerzas y poner todo en orden pude llevar mucho tiempo. Antes de llegar a este estado el cuerpo manda señales, pero hay que estar ahí, presente, para escucharlas. 

Todas estas experiencias me hicieron centrarme en la medicina funcional. Siempre he creído que todo pasa por algo, pero ahora más que nunca sé que todo ello me ha hecho encontrar mi lugar.